Buenos días blogger@s,
A poco más de 12 horas para que finalicen las Fallas del 2018, tod@s y cada un@ de nosotr@s debemos hacer una profunda reflexión sobre lo que ha fallado este año. Que estamos haciendo mal como conjunto de la sociedad. Como ciudadan@s, vecin@s, responsables políticos, técnicos y funcionarios, comisiones falleras, etc. ¿Qué valores estamos promoviendo en una fiesta que ha alcanzando el reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO? Unas fiestas que chocan frontalmente contra la basura, la suciedad, el incivismo y la falta de respeto por los espacios patrimoniales.
Respecto al patrimonio monumental de la ciudad, sus entornos y edificios, la sensación es amarga y tremendamente dolorosa. Basura, macro fiestas, disco móviles, WC portátiles pegados a las paredes, barras de bar, orines, latas, botellón... todo un sinfín de "actores" que nada tienen que ver con las tradiciones josefinas y que se están convirtiendo en el paisaje habitual durante estos días. Como un derecho adquirido de ocio y del todo vale que ya es esperado con ansia año tras año en estos mismos lugares.
Espacios como la Plaza del Mercado, la Plaza del Doctor Collado y la Plaza de Brujas forman parte, precisamente, del entorno monumental y patrimonial más protegido de nuestra ciudad. La Lonja de los Mercaderes, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el Mercado Central (BIC) o la Iglesia de los Santos Juanes con sus Covetes (BIC), constituyen el triángulo de oro patrimonial de Valencia. Una zona con el máximo reconocimiento y que debería ser respetada por tod@s. Lamentablemente no ha sido así.
Y ya no sólo hablamos que se respeten los 6-8 metros de distancia con los monumentos. Hablamos de que la presencia de todo tipo de actos ajenos a la esencia y el sentido de los monumentos y sus entornos atrae un nivel de concentración de personas, de suciedad y de actos vandálicos incontrolables, inadmisibles e inasumibles. Bailar Reggaeton, beber sentado en las escaleras de la Lonja, usar sus ventanas o les Covetes de Sant Joan como barra de bar para apoyar tu copa o tu botella, para abandonarla posteriormente allí, y orinar en la fachada y escaleras del Mercado Central no respresentan el espíritu de las Fallas. Es la fiesta por la fiesta. La diversión de beber masivamente en cualquier espacio de la ciudad. El botellón por el botellón. Sean Fallas, San Joan o cualquier otra festividad local.
Y una vez ha pasado este tsunami de decibelios, vibraciones, alcohol y fiesta, las imágenes de la zona son demoledoras y vergonzosas. Devastadoras hasta tal punto de dañar los ojos y golpear el alma. Hablan por si solas sin necesidad de ningún tipo de descripción ni detalle. Es la imagen de un Centro Histórico y Monumental arrasado durante estos días por la necesidad frenética e impulsiva de divertirse y beber. Aunque sea en unos de los espacios monumentales "sagrados" de nuestra ciudad.
Ahora sólo queda plantearse que vamos a hacer tod@s y cada un@ de nosotr@s de cara al 2019. Qué grado de responsabilidad y toma de decisiones vamos a tomar para que esto no se repita en 2019. Ni en Fallas ni durante ninguna fiesta más.
Nunca más...
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