Hola,
Tenemos un problema y de los gordos en la Lonja de los Mercaderes, Patrimonio de la Humanidad UNESCO. Un problema que se suma a otros tantos que afectan directamente a la joya de nuestro patrimonio cultural y a su entorno de protección.
Si no teníamos ya bastante con las pintadas delictivas y con los vehículos que aparcan pegados a sus fachadas, desde la reforma de la plaça del Mercat se ha acentuado la costumbre de sentarse en las escaleras de la fachada principal para fumar, comer y beber allí o, directamente, montar el picnic, convirtiendo los escalones en un auténtico basurero lleno de restos de comida y bebidas derramadas, envases y colillas. El incivismo de algunas de estas personas se deja notar a diario, con un huella que en ocasiones dura días o se convierte ya en permanente.
Algunas personas opinaban en RRSS que con la instalación de diversos bancos en la misma plaza la gente dejaría de sentarse en estos escalones. Cada vez que hemos denunciado estos hechos nos hemos encontrado con comentarios con los que se ha intentado justificar que los turistas se sentaban allí porque no había bancos en la zona o incluso que lo hacían por aprovechar la sombra que brindaba este espacio. El tiempo ha demostrado que esto no era así. Los turistas se sientan en la Lonja porque en otros sitios y en otras ciudades también lo hacen, les dejan y no les dicen nada. A estas personas les da exactamente igual que sea un monumento o no y si ven unas escaleras libres se sientan y punto. Y si es ya de noche, tienen urinario gratuito. En resumen, no ven nada malo en que la gente se siente allí.
El problema de esta situación que venimos denunciando no radica en el hecho de sentarse a descansar en sí, sino en que muchos de estos turistas aprovechan para almorzar, comer, merendar y cenar, sacando la cubertería y el mantel y dejándolo luego todo hecho una porquería. Y hay que repertirlo constantemente y mostrar una y otra vez las imágenes, porque sino parece que no se entiende. Estas personas incívicas lo hacen todo sin cuidado ni miramiento y sí, las bebidas que dejan en los escalones se suelen derramar. Observar con detalle las imágenes que compartimos y veréis los enormes y oscuros manchurrones (alcohol, azúcar...) que luego no se limpian convenientemente.
La calle del Mestre en el Noble Art de la Pedra, Pere Compte, en la que abundan las terrazas, es otro de los focos problemáticos. Es frecuente encontrarse allí con personas que se apartan de las mesas para poder fumar y que usan las ventanas de la Lonja como reposa vasos y cenicero. Mientras apoyan sus pezuñas en los muros de sillería, cosa que seguramente no hagan en su casa, fuman, apagan y tiran la colilla a los pies de la fachada del edificio o en el hueco de las puertas. Lo hacen como algo normal y natural, fruto de su falta de educación y de civismo y porque las autoridades se lo consienten.
Cabe recordar en este punto que la Lonja cuenta con cámaras de vídeo vigilancia que graban todas y cada una de sus fachadas. Y estas imágenes pueden ser perfectamente vistas en directo por el personal que trabaja allí. La Policía, muy de tanto en tanto, también pasa patrullando por allí. En todo este tiempo no hemos visto ni a ningún funcionario del Ayuntamiento de Valencia ni a ningún policía acercarse a la escalera para pedirle a los turistas que levanten sus posaderas del monumento y que no se sienten a comer, beber, etc. allí.
Ciudades como Roma ya hace tiempo que empezaron a multar por comer y beber en sus monumentos, como la Fontana di Trevi o en las escaleras de la Plaza de España. Quizás Valencia debería seguir su ejemplo para poner coto a este descontrol y tener una patrulla de policía, de manera permanente, para vigilar la Lonja y su entorno.
De nada sirve esperarse de brazos cruzados a que algunas personas vengan de casa con la educación y el civismo aprendidos. Algunos vienen directamente de la selva o de la jungla y no se les puede pedir más. Y ahí es donde entra la función in vigilando, inspectora y sancionadora, llegado el caso, de las administraciones públicas valencianas. Conociendo el problema de sobra, tal y como lo conocen, tienen que buscar y poner soluciones. Vigilar, avisar, concienciar, pero también empezar a sancionar a los cerdos de dos patas que campan como auténticos marranos por nuestra ciudad. No hacerlo sería convertirse en cómplice de una serie de comportamientos que deberían ser erradicados de nuestras ciudades, calles, plazas y monumentos.
Un saludo...
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