Reluciente, perfectamente acabada y sin una grieta. Parte de la fachada de la Finca Roja ya luce en todo su esplendor. Los técnicos han comenzado a retirar el andamio que cubría la fachada y en los próximos meses irán despejando toda la estructura deteriorada después de permanecer casi 80 años en pie.
«Yo he vuelto de vacaciones y he visto la finca que está preciosa, sin duda la espera ha merecido la pena», explicó ayer, María del Carmen Verdejo, portavoz de la comunidad de vecinos de las 378 viviendas donde viven 2.500 personas.
Desde otoño de 2009, cuando comenzaron las obras, los técnicos han estado restaurando las fachadas, que han limpiado con agua a presión para sacar la suciedad, especialmente palpable en la parte exterior, así como las pintadas que había en el interior del patio del edificio racionalista.
Además, se han renovado todos los adornos y elementos estructurales dañados. Es el caso de los zócalos decorativos situados sobre las ventanas, los adornos verticales de los chaflanes, las repisas y las cornisas superiores, especialmente afectadas por las filtraciones del agua y que se han modificado.
A final de este año estará la obra concluida. Los técnicos aseguran que las obras van a buen ritmo y que no se han encontrado más desperfectos de los que habían detectado en un principio. Pero a pesar de las actuaciones, los operarios aseguran que los trabajos han sido costosos porque han tenido que restaurar la cerámica que había desaparecido durante años.
La Finca Roja, al tratarse de un edificio protegido (es Bien de Relevancia Local), cuenta con un plan de conservación, que obliga a los vecinos a ceñirse a unas normas a la hora de hacer modificaciones exteriores. Un buen ejemplo de lo que no se puede hacer son las ventanas, donde se combinan los materiales originales con otros más nuevos, que ofrecerá una imagen más heterogénea.
El coste de la obra supera los cuatro millones de euros, de los que los residentes tendrán que abonar un 20% y Generalitat, Ayuntamiento y Gobierno colaboran conjuntamente para sacar adelante el proyecto y las obras se han reforzado con el Plan E.
«Yo he vuelto de vacaciones y he visto la finca que está preciosa, sin duda la espera ha merecido la pena», explicó ayer, María del Carmen Verdejo, portavoz de la comunidad de vecinos de las 378 viviendas donde viven 2.500 personas.
Desde otoño de 2009, cuando comenzaron las obras, los técnicos han estado restaurando las fachadas, que han limpiado con agua a presión para sacar la suciedad, especialmente palpable en la parte exterior, así como las pintadas que había en el interior del patio del edificio racionalista.
Además, se han renovado todos los adornos y elementos estructurales dañados. Es el caso de los zócalos decorativos situados sobre las ventanas, los adornos verticales de los chaflanes, las repisas y las cornisas superiores, especialmente afectadas por las filtraciones del agua y que se han modificado.
A final de este año estará la obra concluida. Los técnicos aseguran que las obras van a buen ritmo y que no se han encontrado más desperfectos de los que habían detectado en un principio. Pero a pesar de las actuaciones, los operarios aseguran que los trabajos han sido costosos porque han tenido que restaurar la cerámica que había desaparecido durante años.
La Finca Roja, al tratarse de un edificio protegido (es Bien de Relevancia Local), cuenta con un plan de conservación, que obliga a los vecinos a ceñirse a unas normas a la hora de hacer modificaciones exteriores. Un buen ejemplo de lo que no se puede hacer son las ventanas, donde se combinan los materiales originales con otros más nuevos, que ofrecerá una imagen más heterogénea.
El coste de la obra supera los cuatro millones de euros, de los que los residentes tendrán que abonar un 20% y Generalitat, Ayuntamiento y Gobierno colaboran conjuntamente para sacar adelante el proyecto y las obras se han reforzado con el Plan E.
Fuente: Las Provincias