Buenos días,
El modelo actual de la fiesta al que hemos llegado es INSOSTENIBLE y está muy alejado de los valores que deberían tener las Fallas, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad desde 2016, además de que en estos momentos nuestra ciudad ostenta la Capitalidad Verde Europea 2024.
Hace años que nuestra fiesta más internacional se "Sanferminizó" hasta tal punto que el alcohol, los orines, los vómitos, el ruido, la basura y los residuos se han adueñado de la misma, del Centro Histórico, de sus calles, de los entornos monumentales y de algunos barrios como Russafa. Un problema que se ha extendido como una mancha de aceite por toda la ciudad, sin que las administraciones públicas valencianas hayan encontrado la manera de revertirlo.
Ante tal tsunami de personas que recorren la ciudad, es habitual ver a gente con la cerveza y el mojito en la mano, sentados en las escaleras de edificios protegidos, como el Mercat Central, comiendo y bebiendo. Pero el problema no radica sólo en permitir que se coma y en beba en un monumento protegido, sino en lo que pasa a continuación. Una parte importante de esas mismas personas terminan dejando sus vasos, platos y basura en los escalones, en las repisas, en los alféizares y puertas de los monumentos más relevantes de Valencia. Derraman sus líquidos y el contenido de sus platos en suelos y paredes. Se marchan dejando su basura allí, cuando cerca tienen una papelera o un contenedor.
Ayer mismo, por la tarde, había varios operarios de la SAV recogiendo todo lo que la gente tiraba al suelo en la plaça del Mercat. Estuvimos una hora allí y no pararon ni un minuto. Iban de punta a punta barriendo y limpiando la suciedad de los incívicos y maleducados que no tienen ni un mínimo de respeto por el trabajo y el esfuerzo que están realizando estos trabajadores.
También podríamos hablar largo y tendido de la falta de educación, civismo, respeto y consideración por parte de estos maleducados insolidarios, ya no sólo por los vecinos que sufren los daños colaterales de esta estampida humana, sino también por nuestros monumentos y edificios protegidos y por todo el conjunto de la ciudad. Una cuestión que ya tratamos en 2018, 2019, 2021, 2022 y 2023 y que se sigue repitiendo, año tras año.
Por poner sólo algunos ejemplos de lo que presenciamos ayer mismo, podemos destacar los orines en el Portal de la Valldigna, en la calle Salinas y en el Portal de Quart; los vómitos en el Mercat Central; las latas, vasos y platos de comida tirados en las escaleras y en la fachada principal del Mercat Central, en los arcosolios de la iglesia de Santa Catalina Mártir o en el alféizares de la Lonja de los Mercaderes.
Y en la Lonja, además, a alguien se le ocurrió la brillante idea de apartar las vallas de la calle Pere Compte, pegándolas a la fachada del edificio. Por lo visto, molestaban para la terraza y para el paso de las personas. Esto permitió que la gente dejará en las ventanas sus latas y vasos de plástico. Todo un ejemplo de civismo urbano.
Es sólo el primer día de los tres restantes de una fiesta que se ha descontrolado y que se nos ha ido completamente de las manos. Y es momento de plantarse, de reflexionar y de abrir un melón que parece que nadie quiere abrir: DECRECER. Las Fallas no pueden seguir creciendo y expandiéndose de la manera que hoy lo están haciendo, pues son INSOSTENIBLES. La ciudad debe buscar el equilibrio entre la sostenibilidad y el respeto para no morir de éxito. No vamos por el buen camino y debemos ser plenamente conscientes de ello.
Un saludo...