Hola bloggeros,
el Levante-Emv publica hoy en su edición web una noticia que produce vergüenza ajena y propia. Un auténtico horror propio de las "grandes mentes" del siglo XXI que se pasean y gobiernan en nuestra ciudad.
Durante las fiestas de las fallas, Valencia, ciudad sin ley, a permitido no solo anclar elementos de iluminación a las Torres de Serranos, sino también que un puesto de venta de churros y buñuelos tenga su desagüe en la mismísima puerta de la Galería del Tossal. Un gran museo con restos de la muralla islámica del siglo XI y la canalización de la acequia de Rovella en el XIV.
Si el museo ya se visita poco por la falta de difusión e interés del Ayuntamiento de Valencia, ahora con el olor a fritanga y a orines (también se usa de urinario público los fines de semana) la gente acudirá todavía menos. La cultura de la pandereta y de las castañuelas vuelven al ataque.
Un saludo...
¡Xurro va! (Fuente: Levante-Emv)
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A pesar de haberse convertido en uno de los recintos museísticos de Valencia con menos visitas, el Ayuntamiento le ha encontrado una utilidad a la Galería del Tossal, pues el acceso a la sala de exposiciones se convirtió durante las Fallas, de nuevo, en el desagüe para una churrería.
Desde el pasado 9 de febrero, la Galería acoge la exposición de los Premis Senyera, y desde hace una semana, como en Fallas anteriores, también recibe los vertidos de la churrería que ofrece sus fritos a los vecinos y turistas del centro histórico.
Abierta en el año 2000 tras una inversión municipal para urbanizar la zona cercana a los 360.000 euros, la Galería del Tossal registra cada año 10.000 visitas, lo que supone un ritmo de asistencia inferior a una treintena de visitantes diarios.
No obstante, hay que tener en cuenta que la mayoría de las entradas a esta galería se registran en los días en que es gratis la visita. Pagando, acuden a este centro de exposiciones unas 200 personas al año. Sin embargo, aunque sean pocos los que van, aún serán menos los que lo hagan si a las puertas del museo les recibe el canalón de una churrería. Un grueso tubo gris ha conectado el establecimiento que despacha masas fritas con los imbornales situados en la entrada de la Galería del Tossal, aprovechando el desnivel de la rampa que permite acceder al museo.
Si esta sala sufre habitualmente una potente invisibilidad, cuando llegan las Fallas ese ninguneo se agrava de tal modo que termina sirviendo como zona de desagüe para la repostería popular de las fiestas falleras.
Entre los requisitos recogidos en el Bando de las Fallas 2011, el Ayuntamiento contemplaba que podían instalar puestos de churros y buñuelos todos aquellos que contasen con licencia municipal. Las instalaciones debían estar limpias y desinfectadas, disponer de campana extractora con filtros para eliminar olores y humos y, las zonas de manipulación debían estar aisladas de la vía pública. Nada decía el bando de que una churrería no pueda desaguar a las puertas de un museo.
Fuente: Levante-Emv