Buenas tardes bloggeros,
Vamos a ser breves y muy respetuosos, pues aquí no hay ataques personales contra nadie de los integrantes del CVC, pero sí queremos cuestionar públicamente la eficacia y sentido actual de un organismo tan costoso, que a nuestro entender no sirve ni como adorno ni como referente ético.
También sabemos bien que el CVC no es ningún motor, ningún espacio de difusión de reflexiones e iniciativas, que permitan reanimar y dignificar nuestro panorama cultural, dominado por instituciones obsoletas y funcionarios políticos sin chispa ni respeto alguno por la legalidad.
En nuestra dinámica y caótica sociedad actual valenciana, hay demasiados organismos decorativos, demasiadas fundaciones, institutos, consejos... que viven del erario público, y cuya resonancia social es nula, incluso nos atrevemos a afirmar que son entidades contraproducentes y altamente tóxicas sobretodo en la época de "recortes" y fuerte "crisis" que nos está tocando vivir.
El CVC emite informes no vinculantes y sus actuaciones son meros actos simbólicos, cuya repercusión no trasciende ni cala en el mundo asociativo, en el mundo universitario, en la sociedad.
La cultura participativa nace y renace de sus cenizas, como una reacción lógica ante el encorsetado y banal comportamiento institucional valenciano. Si algo demuestran nuestros organismos públicos actuales, es su manifiesta y visible incapacidad para ser vanguardia y espacio común y colectivo a la hora de tomar la iniciativa, tanto en el terreno de protección del legado patrimonial como a la hora de difundir otros manifestaciones creativas: el teatro, la música, la pintura, la poesía, etc.
El mundo de la cultura no debe nunca ser controlado ni supervisado por las instituciones públicas. A nuestro entender, únicamente deben ser concebidas las instituciones públicas como meros espejos, como puntos de difusión y encuentro de los creadores y de los ciudadanos y colectivos.
Como bien dicen en la excelente publicación "El estado mental" - Tenemos que hablar, editado por Borja Casani, "Me temo que la radicalidad en arte hoy no pasa por desnudarse en la calle sino por ofrecer sueldos dignos". Nosotros añadiríamos que tampoco hoy la radicalidad en el arte y en la cultura pasa por emitir notas de prensa insulsas o informes ambiguos que nadie lee y entiende. No pretendemos con nuestras opiniones hacer cambiar el rumbo del CVC y que asuman nuestras reflexiones y críticas, pues sabemos bien que ese organismo técnico-consultivo no tiene vocación alguna de interiorizar y metabolizar las críticas que hace tiempo se vierten en numerosos medios digitales contra el inmovilismo cultural e institucional valenciano. Por eso hoy, lo revolucionario y sensato, es decir claramente que mantener estos espacios, fundaciones o consejos no tiene sentido alguno, dada su probada ineficacia. Esas instituciones consultivas, únicamente contribuyen a estimular el descontento de los profesionales del arte, la educación, la investigación y la cultura, que no se ven representados ni escuchados por sus supuestos representantes y organismos oficiales. La acción constructiva debe ser la tónica de cualquier asociación, alejándose de las disputas partidistas y los enfrentamientos pueriles que vemos a diario entre las innumerables instituciones públicas.
Desde hace años, observamos perplejos la absurda lucha entre ministerios, consellerías, ayuntamientos, diputaciones... en torno a espacios emblemáticos. Pero esa lucha, esas guerras eternas, no aspiran ni anhelan dignificar y conservar nuestros monumentos y bienes. Ni tan siquiera esas peleas aspiran a lograr que los creadores y profesionales puedan desarrollar su labor con eficacia, rigor e independencia. Esa guerra absurda que mantienen tres organismos públicos españoles, es un hecho algo más que lamentable y que nos parece intolerable.
El CVC ha tenido un sentido y una finalidad en cierto momento de nuestra historia, pero dada la coyuntura de crisis económica y de valores, es el momento de decir con la voz firme, que toca ya apostar por su total y definitiva desaparición, destinando sus fondos a potenciar la investigación y el desarrollo tecnológico y la creatividad desde la base, ajustándose al momento de crisis económica y moral.
Destinar el presupuesto del CVC a mantener los centros de investigación y desarrollo, sería la mejor de las tareas.Y si los actuales miembros del organismo técnico-consultivo así lo desean, pueden seguir reuniéndose, pero aceptando que su labor es altruista, gratuita y solidaria.
Dice Manuel Borja-Villel en la revista "El estado mental" que el artista no es un trabajador social. Tiene razón. De hecho, los proyectos mal llamados “políticos”, en que el artista actúa como redentor, suelen ser banales y arrogantes, además de pobres desde un punto de vista artístico. Es cierto que el arte no puede actuar como lubricante que sustituya a las necesarias políticas sociales, pero también lo es que constituye un elemento de transformación, una herramienta de activación de individuos y comunidades.
Nosotros, desde la asociación "Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural" no pretendemos ocupar el espacio que le corresponde de manera legítima a las instituciones públicas, pero sí debemos insistir en nuestra labor de crear una nueva conciencia participativa y por ello seguimos insistiendo en la necesidad de potenciar la denuncia de aquellas situaciones y "olvidos" en materia de protección, rehabilitación y difusión de nuestro legado patrimonial.
En el mes que lleva activo el nuevo CVC, después de su renovación oficial, únicamente hemos podido ver mucho silencio ante temas graves y lacerantes.No ha existido ningún pronunciamiento ante la situación de ruina y la ausencia de dirección que padece el Museo de Bellas Artes de San Pío V de Valencia. Tampoco han hecho mención sobre las pintadas que han aparecido en los puentes históricos de Valencia y en las fachadas de otros edificios protegidos como la Iglesia de Santa Catalina Mártir. Mucho menos esperamos que levanten la voz contra la aprobación de derribos de parte de la Alquería del Moro, BIC de propiedad municipal.
Pero mucho peor es comprobar que el CVC se esconde a la hora de denunciar el comportamiento pueril del Ministerio de Cultura, del Ayuntamiento de Valencia, de la Generalitat Valenciana. Nosotros no vamos a ser cómplices de ninguno y, por eso, nos atrevemos a denunciar oficialmente que las tres administraciones, utilizan la cultura, la educación, la investigación y nuestros monumentos, para sus contiendas partidistas, olvidando sus compromisos legales y obligaciones.
Hay otros silencios y comportamientos que podemos y debemos denunciar ahora y siempre, pero sería largo y tedioso enumerarlos ahora.Una institución pública, que no se atreve a cuestionar la eficacia y los comportamientos de otras instituciones, demuestra su falta de sentido, su eficacia. Por ello, lo normal es que asociaciones tan libres e independientes como "Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio", tengamos que salir a la palestra para señalar con el dedo y decir claramente "que el Rey está desnudo".
Ahora que hasta el presidente de la Diputación Provincial quiere deshacerse con urgencia de todos sus museos, de esa ingente cantidad de mal llamados "contenedores" culturales, algunos ciudadanos y entidades libres, tenemos el deber y la obligación ineludible de cuestionar la eficacia y sentido de organismos que ya no sirven ni funcionan como referentes simbólicos y espacios destinados a la reflexión y a estimular la acción creativa.
El CVC, tal y como hoy lo conocemos, hoy ya no es necesario.
Desde Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural, consideramos que todos tenemos que hablar menos y aprender a actuar desde el rigor y la sinceridad, aprendiendo a escuchar a los colectivos y ciudadanos que no se ocultan ni se cobijan en el silencio, en el anonimato, en el llanto, en la desesperación o en el dogma.
CÍRCULO POR LA DEFENSA Y DIFUSIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL