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¿Ministros de Cultura o Menestra de Incultura?

Buenas tardes bloggeros,

Cercle Obert de Benicalap nos ha hecho llegar esta interesante reflexión sobre la mala gestión cultural por parte de las administraciones públicas de nuestro país, la manifiesta incompetencia de los diferentes Ministros de Cultura que hemos sufrido y que continuamos sufriendo y su obsesión por limpiar y sacar brillo a los zapatos de la prehistórica industria discográfica y cinematográfica en lugar de atender asuntos más importantes como el San Pío V, por ejemplo.

Personalmente prefiero para este artículo el título de "Menestra de Incultura", más acorde con la incapacidad, la inutilidad, el desacierto continuado hacia nuestro patrimonio histórico, cultural e incluso me atrevería a decir intelectual (en todos los sentidos) con el que nos desgobiernan estas personas.

Esperamos vuestros comentarios.

Un saludo...
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Mientras el Museo de Bellas Artes San Pío V de Valencia y otros singulares monumentos de la Comunidad Valenciana esperan intervenciones urgentes que eviten su ruina, el actual ministro de cultura, sigue obsesionado en imitar al inquisidor Torquemada, aprobando normas que atentan contra la realidad y contra el interés general.

La creación de una Dirección General de Cultura Libre y la derogación de la Ley Sinde-Wert son dos de las medidas urgentes que deberían asumir el gobierno de Rajoy, así como reactivar los mecanismos administrativos y legales que permitan el inicio de la V fase de ampliación y mejora de la segunda pinacoteca de España, hoy una institución sin dirección cualificada y sin una programación coherente.

Tampoco nos olvidamos de otras cuestiones, como es la necesidad de acabar con la degradación y abandono que sufren los entornos de conjuntos monumentales tan singulares como el Monasterio de San Miguel de los Reyes, BIC tan extraordinario como la Lonja de la Seda o de los Mercaderes de Valencia. Igualmente, debería ser prioritario para el ministerio de cultura, iniciar la rehabilitación del conjunto del Cabanyal, tal y como llevan años reclamando los ciudadanos agrupados en torno a la Plataforma Salvem el Cabanyal.

Pero lamentablemente el ministro de cultura, Sr. Wert parece más preocupado en servir con fidelidad perruna a los intereses de la obsoleta industria discográfica y cinematográfica, olvidándose de los avances tecnológicos y los cambios de consumo que ha experimentado la sociedad española en los últimos años.

Resulta lamentable la miopía que demuestra el actual ministro y sus predecesores, todos ellos expertos en demostrar su incapacidad a la hora de establecer vías de diálogo con las entidades y ciudadanos que llevamos años reclamando cauces de participación horizontales, en aras a democratizar y estimular el acceso a la cultura en todos sus ámbitos, dentro de los nuevos marcos que ofrecen las nuevas tecnologías.

Nadie quiere perjudicar a los autores y a los propietarios de bienes, pero sí conviene adaptarse a las nuevas realidades del mercado y a los hábitos que imperan en nuestra dinámica y compleja sociedad.

El RD que permite el cierre de páginas webs por una comisión administrativa, organismo creada por el ministerio de cultura, supone un nuevo atentado a todo nuestro ordenamiento jurídico, dado que esas webs ya han sido absueltas en su día por los tribunales, en sentencias ejemplares.

Pretender asumir competencias judiciales por parte de una comisión administrativa, es una medida ilegal, que demuestra el desprecio hacia la legislación y hacia las ejemplares sentencias dictadas hasta la fecha.

Los ministros de cultura que hemos tenido en los últimos años en España, han demostrado carecer de la capacidad intelectual e independencia necesaria para velar y potenciar la difusión y acceso cultural para todos nuestros conciudadanos, actuando únicamente para favorecer los intereses depredadores de grandes grupos empresariales, anclados en el pasado y con nula visión de futuro comercial.

A las entidades cívicas, que sí amamos la cultura y deseamos que nuestros conciudadanos puedan vivir digna y libremente, nos toca hacer el papel que debería asumir y desarrollar el ministerio de cultura y otras instituciones públicas. Y eso significa que el Estado ignora, cuando no desprecia, sus objetivos e intereses fundamentales.

Algo va muy mal en nuestras instituciones públicas, cuando es la sociedad civil la que tiene que defender la libertad y el interés general con uñas y dientes.

Cercle Obert de Benicalap

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