Buenas tardes,
Cerramos 2025, tal y como cerramos 2024 y otros años. La Lista Roja del Patrimonio de Hispania Nostra sigue teniendo unas cifras inadmisibles y a la espera de aumentar debido a la inacción de unas administraciones públicas que siguen arrastrando asignaturas pendientes, año tras año, legislatura a legislatura.
La realidad del patrimonio cultural valenciano es que está atascado, permanentemente, en una espiral eterna y laberíntica por culpa, por un lado, de una burocracia inservible que se pone ella misma palos en las ruedas para no avanzar, y por otro, de unos responsables políticos que siguen sin estar a la altura que esperamos y que funcionan a salto de mata y de denuncias, sin tener las cosas claras sobre lo que deben hacer, ni planificar.
Después de casi quince años, es casi una utopía encontrar en el mundo de la política a alguien válido, valiente y decidido, capaz de solucionar los problemas enquistados que se van amontonando cada vez más. De tal manera que, cuando empiecen a solucionarnos, llegarán otros nuevos por detrás en una agonía sin fin. El patrimonio cultural lleva años siendo un enfermo crónico y en la UCI al que nadie es capaz, ni quiere, de sacar de su estado.
Este año cumpliremos tres lustros bregando y peleando con administraciones públicas de todos los colores e ideologías habidas y por haber y seguimos notando una clara hostilidad hacia nuestro trabajo por una buena parte de las mismas (afortunadamente no todas), además de menosprecio y de intentar limitar, de manera absurda y abusiva, nuestro derecho de acceso a la información pública y a la participación ciudadana.
El objetivo ni ha cambiado, ni va a cambiar. Y no debería ser tan difícil. Recuperar, rehabilitar, poner en valor y acrecentar el patrimonio cultural valenciano, sin excusas, ni romances. Cuestiones que, lamentablemente, están muy lejos de cumplirse a pesar de las más de trescientas recomendaciones emitidas por el Síndic de Greuges de la Comunitat Valenciana, el defensor del pueblo valenciano al que siguen ignorando y ninguneando nuestras administraciones públicas valencianas.
Un saludo... y ¡Feliz 2026!

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