miércoles

Orgullosos guardianes de la muralla

Cuando en el año 1021, un joven monarca (Malik) de quince años llamado Abd al-Aziz ibn Ámir, hijo de Abd al-Rahman Sanchuelo y nieto de Almanzor, mandó construir la muralla andalusí de Balansiya, nadie presagió que más de mil años después seguiría en pie.

Cosa bien distinta es el estado en el que se encuentran hoy en día algunos de estos lienzos y torreones que sobreviven todavía en la superficie de nuestra actual ciudad, escondidos en patios y zaguanes, en galerías y subterráneos, cubiertos por telas roídas o formando parte de uno de los muros de un edificio en ruinas situado en la calle Salinas.

Precisamente aquí, en los números 5 y 17 de esta calle que transcurre por el antiguo paso de ronda interior de esta muralla milenaria, podemos ver dos lienzos y una buena parte uno de los torreones, conocido como el de Bab al Hanax (la puerta de la culebra). La parte restante de este torreón se encuentra en el interior del inmueble anexo situado en la calle de los Caballeros y que en los años 90 fue un conocido pub llamado “Hanax”.

Ambos lienzos y el torreón forman parte de la Lista Roja del Patrimonio de Hispania Nostra desde el 21 de diciembre de 2021, debido al mal estado en el que se encuentra y al abandono y deterioro que lleva sufriendo desde hace décadas sin que ni los legítimos propietarios ni las administraciones públicas competentes en la materia hayan intervenido para revertir esta situación.

Nuestra asociación denunció por primera vez y por Registro General de Entrada, dirigido al Ayuntamiento de Valencia y a la Conselleria de Cultura, el 28 de agosto de 2013. En esa fecha ya advertíamos de la situación en la que se encontraba de la muralla y el torreón de la calle Salinas número 5, que están integrados en este inmueble. El 7 octubre de 2013 hicimos lo propio con el lienzo de la calle Salinas nº17, que lleva así desde los años 60 del siglo XX. En este caso, además, no fue hasta finales del 2021 cuando se buscó y notificó a los legítimos propietarios de la parcela para que llevaran a cabo una serie de peticiones reconocidas como lógicamente razonables desde un punto de vista patrimonial: recuperación del paisaje urbano y de la materialidad del fragmento visible de la muralla islámica, eliminación de elementos impropios, conservación del tramo de lienzo murario en sus caras laterales y superior y la correcta señalización del bien de interés cultural. Unas medidas de salvaguardia que no implican un coste excesivo.

En estos casi diez años hemos podido comprobar como el Ayuntamiento de Valencia y la Conselleria de Cultura, han estado dando vueltas en círculo y señalándose mutuamente como los responsables de actuar en primer lugar para que así la otra administración pudiera intervenir.

Algunas de las respuestas que nos han dado, directamente o a través del Síndic, son dignas de una antología del disparate. La última perogrullada viene de la Conselleria de Cultura, que después de diez años, se saca de la chistera el comodín de la educación y de la información para alegar sin pudor que “La Ley trata, en primer lugar, de fomentar el aprecio general del patrimonio cultural a través de la educación y la información”. Lógicamente, no ha colado y el propio Síndic ha señalado que “ese esfuerzo didáctico ya se ha realizado durante casi 10 años desde que se presentó la primera denuncia y no ha conseguido el resultado esperado”. 

Quisiéramos terminar con un pequeño apunte sobre la torre y el lienzo de la muralla de la plaza del Ángel. El gran proyecto patrimonial de esta legislatura que se ha visto truncado por la resolución del contrato debido al incumplimiento de las obligaciones del contratista. Ya no hay andamios y el bien ha quedado inacabado y expuesto a la intemperie, con un alto riesgo de deterioro. 

Sí el poeta valenciano Ibn al-Abbar levantara la cabeza dedicaría unos versos a la maltrecha muralla andalusí lamentando su desdichada suerte y maldiciendo a los gobernantes que han permitido que mil años después se encuentre así.

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