Buenas tardes,
En octubre del año 2021, la Comisión de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento de Valencia aprobó la modificación del Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos de la ciudad de Valencia para incluir como Bien de Relevancia Local el único depósito de Gas Lebon que se mantiene en pie, tras el cierre de la fábrica en los años 80.
Se encuentra integrado en un parque-jardín situado entre las calles de Fuencaliente, Municipio de la Roda, de Pedro II el Ceremonioso y Vicente Beltrán Grimal, del distrito de Camins al Grao, en el barrio de la Creu del Grao.
Se trata de uno de los tres depósitos, o gasómetros, que tenía la fábrica de Gas Lebon (instalada allí en la década de 1860) y que durante años dio luz de gas a una buena parte la ciudad, contando con 60.000 clientes. La empresa llevaba el nombre del inventor Philippe Lebon, un ingeniero y químico francés que realizó investigaciones para la obtención industrializada y el uso de gas de madera, ideando sistemas de distribución para iluminación y calefacción. Inventó la lámpara de gas, e ideó un motor del mismo combustible precursor de la futura máquina de vapor.
El depósito se encuentra situado entre las calles de Fuencaliente, Municipio de la Roda, de Pedro II el Ceremonioso y Vicente Beltrán Grimal, integrados en un parque-jardín.
https://www.valenciabonita.es/2017/09/22/el-gasometro-del-jardin-del-parque-gas-lebon-de-valencia/
En verano de 2021 se produjo una intervención municipal, que supuso un gasto de 23.120 euros (IVA incluido), y que tal como tal como el ex vicealcalde y ex concejal de Residuos Urbanos y Limpieza, Sergi Campillo, «ha permitido la aplicación de materiales que facilitarán el mantenimiento de repintado en caso de grafitis vandálicos».
Sin embargo, tal y como han podido testimoniar tanto la asociación Círculo por la Defensa del Patrimonio, como expertos en patrimonio industrial, desde 2021 se están produciendo pintadas delictivas que al principio sí que eran retiradas rápidamente, pero desde 2022 y durante 2023 el Ayuntamiento de Valencia ya no se ha molestado ni en eliminar, dejando vía libre a los delincuentes que han llenado de grafitis toda la estructura inferior del depósito.
Una vez más, podemos hablar de la teoría de las ventanas rotas, nacida en EE.UU a finales de los años 60, que sostiene que los signos visibles de la delincuencia, el comportamiento antisocial y los disturbios civiles crean un entorno urbano que fomenta la delincuencia y el desorden, incluidos los delitos graves.
Esta teoría sugiere que los métodos policiales que se centran en atacar los delitos menores, como el vandalismo (las pintadas, en este caso), el consumo de alcohol en público, el cruce incorrecto de peatones, etc. ayudan a crear una atmósfera de orden y legalidad.
Como ejemplo se usa un edificio con una ventana rota. Si la ventana no se repara, los vándalos tenderán a romper unas cuantas más. Finalmente, quizás hasta irrumpan en el edificio; y, si está abandonado, es posible que lo ocupen ellos y que prendan fuego dentro.
Otro ejemplo sería una acera de una calle: se acumula algo de basura; pronto, más basura se va acumulando; con el tiempo, la gente acaba dejando bolsas de basura, plásticos, envases, etc.
Con las pintadas en edificios protegidos sucede lo mismo. Que esas pintadas permanezcan allí durante días, semanas o meses, envía un claro mensaje a los delincuentes: al Ayuntamiento de Valencia no le importa ese inmueble, no lo limpia, no lo vigila y por lo tanto, puede ser objeto de todo tipo de ataques porque no le va a pasar nada a los responsables. Y esta sensación de impunidad genera más y más ataques hacia nuestro patrimonio cultural, tal y como se ha podido documentar en los últimos años.
El Ayuntamiento de Valencia, si tuviera un mínimo interés, actuaría inmediatamente y retiraría esas pintadas las veces que hicieran falta. Al fin y al cabo, los delincuentes pintamonas buscan visibilidad y agrandar su ego con sus pintadas. Si estas duran pocas horas y no puede lucir sus tags o firmas delante de su crew y del resto de pintamonas, no les sale a cuento gastarse el dinero en latas de espray, y les hará desistir de su empeño.
Si a esto le añadimos que muchas de esas firmas son conocidas y se repiten por la ciudad, la policía podría investigarlas y localizar a los autores para denunciarlos y sentarlos delante de un juez, para que así los responsables pagaran penalmente por sus delitos contra el patrimonio.
Que las pintadas se hayan cronificado pone de manifiesto la dejación de funciones de nuestro consistorio en cuestiones de protección de nuestro patrimonio cultural. También vuelve a ratificar que no hay inspecciones in situ y ni los técnicos, ni nadie de las contratas o subcontratas municipales comunica estos hechos a la concejalía o servicio competente.
Lamentablemente, quienes tienen que velar por nuestro patrimonio, pasan absolutamente de todo y dejan todo el peso y la responsabilidad a los vecinos, asociaciones y entidades cívicas.
Un saludo...